Posted by on 15/02/2016

Oiane en su último viaje a Milán. Imagen cedida por la investigadora.

Oiane en su último viaje a Milán. Imagen cedida por la investigadora.

Oiane Urra tiene 30 años, estudió Biotecnología y actualmente trabaja en el IBEC investigando para mejorar el sistema de rehabilitación actual de las personas que han padecido un ictus.

Carolina Llorente: ¿Cómo decidiste que estudiarías ciencias?

Oiane Urra: Siempre he tenido muy claro que estudiaría algo relacionado con las ciencias, desde pequeña me han gustado los números y sobretodo me encantaba resolver problemas. Encontrar soluciones y resolver problemas está estrechamente relacionado con las ciencias, así que no fue una decisión reflexiva sino más bien una inercia de mi manera de ser. Además tuve un profesor de biología que era muy dinámico y activo, supongo que en parte eso también debió servirme de motivación.

CL: ¿Hay algún factor clave que te hiciera dedicarte a la investigación?

OU: Yo empecé la carrera de biología en la Universidad dl País Vasco el año 2003, pero apenas pasados unos meses vi que me interesaba más la ingeniería genética y por eso me cambié a la carrera de biotecnología en la Universidad Autónoma de Barcelona que estaba más enfocada hacia la biomedicina. Son carreras muy experimentales y desde el inicio la investigación es una opción, pero no fue hasta que hice el máster en biomedicina en el que realicé la tesina sobre inmunología en el desarrollo de células madre de esclerosis múltiple que no tuve mi primer contacto real con la investigación.

Trabajé durante un montón de horas a oscuras con el microscopio de fluorescencia. Además tenía que trabajar con animales, necesitaba sacrificar unas siete ratas a la semana para poder llevar a cabo mi investigación. Durante ese tiempo me di cuenta de que mi futuro no pasaba por tener que trabajar con animales y pasarme horas encerrada en una habitación a oscuras. Necesitaba sentirme más útil, trabajar en contacto con la gente que podía beneficiarse de mi trabajo. Fue entonces cuando empecé a interesarme por la  ingeniería biomédica.

Cuando acabé el máster trabajé en una Ikastola como profesora en Portugalete y durante ese año fue cuando me concedieron el Premio Nacional a la Excelencia Académica. Este premio unido a que había descubierto el mundo de la ingeniería biomédica me hizo plantearme seriamente mi futuro: era ahora o nunca. Decidí que ese era el momento de tratar de realizar el doctorado, así que me dediqué a buscar laboratorios donde poder trabajar en un proyecto de mi interés. De esta manera acabé descubriendo el Hospital Biodonostia que trabajaba en consorcio con Barcelona y a través de ahí me puse en contacto con Alicia Casals que tiene un grupo de Robótica en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y ofrecía una plaza de doctorado en ingeniería biomédica.

El perfil del grupo era mucho más técnico, más ingeniero y yo viniendo de una carrera biológica podía aportar más conocimientos en fisiología humana y el sistema neuromuscular. Finalmente entré en el programa de doctorado y acabé trabajando entre el grupo de Robótica y el de Procesamiento de Señales del IBEC.

Cl: Teniendo un premio a la excelencia académica tendrías muy buenas notas en la carrera. ¿Recuerdas algún mal momento con los exámenes o las notas?

OU: Bueno, yo no suspendí nunca ninguna asignatura pero sí que recuerdo un examen en primero de carrera que me fue especialmente mal por el miedo que nos metió el profesor. Durante el curso no hacía más que repetir que si poníamos información de más en el examen nos iba a suspender, así que yo estaba más preocupada de ser escueta y directa que de responder realmente todo lo que sabía. Al final, me dejé condicionar por sus amenazas  y saqué la peor nota de la carrera. Aun así, no hay mal que por bien no venga: me sirvió para aprender que no debes dejar que nadie te ponga límites, confiar en uno mismo es clave para explotar todo tu potencial.

CL: ¿Disfrutas investigando?

OU: En general sí, pero hay momentos oscuros en los que después de mucho tiempo buscando respuestas a algo los datos no corroboran lo que tú creías y entonces te ves obligado a seguir las evidencias que te están mostrando los datos y a reformular la pregunta inicial. Eso muchas veces implica prácticamente tener que volver a empezar, no de cero pero sí desde una nueva perspectiva. Estos son momentos de frustración.

Sin embargo, los mejores momentos de mi trabajo son cuando eres consciente de que tus resultados, el fruto de tu investigación, pueden ayudar a alguien. Saber que hay personas que necesitan que tú trabajes e investigues para poder ayudarles es una de las motivaciones más grandes que tengo.

CL: ¿Quieres seguir investigando cuando acabes el doctorado?

OU: Si encuentro un proyecto que me encandile y me motive a dar el 100% de mi persona, por supuesto. El doctorado casi casi lo acabo ya, ¡deposito la tesis en Septiembre! y realmente he disfrutado mucho durante este periodo de mi vida inmersa en la investigación. Pero también debo reconocer que me falta esa faceta creativa que para mí es muy importante. Además, el mundo de la  investigación está salpicado de una ineficiencia burocrática que lo frena y te obliga a ir más lento de lo que realmente puedes ofrecer.

Por ejemplo, cuesta mucho firmar convenios donde puedas trabajar directamente con pacientes. Y evidentemente, si investigas sobre una enfermedad necesitas trabajar con pacientes ya que ellos son la principal fuente de información, aparte por supuesto, de ser los que pueden beneficiarse de los resultados. En definitiva, es una decisión que aún no tengo muy clara, y que sin duda está condicionada a que encuentre un proyecto que realmente me entusiasme.

CL: ¿Qué consejo le darías a una persona que está iniciando su carrera científica?

OU: Básicamente que disfrute. Que saque el 100% de cada asignatura aunque no sepa de qué le va a servir en un futuro. Con los años te das cuenta que todo lo que has aprendido sirve para algo. También es importante hacer una lista mental e ir tachando todo aquello que no te gusta para evitarlo en un futuro. En ciencia y en investigación hay muchísimas opciones diferentes, lo que tienes que hacer es evitar seguir un camino pre-establecido, debes ir formándolo según tus preferencias.

En mi caso, por ejemplo, durante una estancia en el Hospital de Elche tuve contacto directo con personas que habían sufrido un ictus. Me sorprendió mucho la actitud de superación que tenía un paciente en particular que había sido durante muchos años profesor de instituto. Tenía unas ganas de vivir, de mejorar, una capacidad de superar todos los problemas… Recordar eso me da fuerzas para dedicar mi tiempo a ayudar a gente a mantener la esperanza, a salir de las limitaciones del sistema sanitario y de su enfermedad.

CL: Y en tu tiempo libre ¿qué haces?

OU: Practico mucho deporte, boxeo pero me encantan los deportes al aire libre tanto en la playa como en la montaña y, por supuesto, también me gusta viajar (en el poco tiempo que me queda, claro). También procuro dar rienda suelta a esa vena creativa que llevo dentro. Así que en mi tiempo libre diseño carteles y videos promocionales para diferentes eventos. Además colaboro con la Ikastola en la que estudié en las jornadas de orientación que dan a los chavales para ayudarles a decidir su futuro.

CL: ¡Muchas gracias por tu tiempo! Te deseamos toda la suerte con la recta final de tu doctorado y esperamos que encuentres ese proyecto que te encandile y puedas seguir dedicándote a la investigación.