Antes de que acabes de leer este artículo, toda tu sangre habrá sido distribuida a lo largo y ancho de tu cuerpo sin que te des cuenta. El corazón, músculo incesante, bombea los 5 litros de sangre de un individuo medio en menos de un minuto de tiempo.
En caso de accidente, se puede llegar a perder entre un 10 y un 30% del total del volumen sanguíneo. Cuando esta pérdida llega al 50% la muerte es inevitable, pero en los otros casos una trasfusión de sangre puede salvar una vida. Y es que la sangre, responsable de la nutrición y defensa de nuestro organismo, no se puede fabricar y solamente se puede obtener de la donación voluntaria de una persona a otra.
Pero los usos de la sangre no acaban ahí: además de los accidentes de tráfico y las intervenciones quirúrgicas, hay otros procesos que pueden requerir una transfusión sanguínea. Es el caso de las enfermedades crónicas, o el cáncer, así como los trasplantes de órganos y tejidos.
El origen de las transfusiones
En junio de 1667 el matemático francés Jean Baptiste Denys realizó la primera transfusión de sangre a un ser humano. Para hacer la maniobra, utilizó sangre de oveja.
A pesar de que las primeras transfusiones fueron exitosas, fue una cuestión de suerte; No fue hasta el 1901, de la mano del austriaco Karl Landsteiner, cuando se descubrieron los grupos sanguíneos. Gracias a su descubrimiento, sabemos que las transfusiones de sangre entre grupos incompatibles pueden provocar una reacción inmunológica que desemboque en diversos tipos de fallos y hasta en la muerte.
Investigación y bancos de sangre
La aparición de las terapias celulares y génicas son las promesas de la medicina del futuro. Los medicamentos celulares y la ingeniería de tejidos se visualizan en el horizonte de las terapias más avanzadas. Para poner a prueba todas estas técnicas, será necesario utilizar sangre y tejidos provenientes de personas sanas y de pacientes. Cada vez más, las alianzas entre centros de investigación, redes de hospitales y bancos de sangre y tejidos será necesaria para promover el avance de estos proyectos de investigación.
Siempre es buen momento para donar
Existe una necesidad constante de donaciones regulare de sangre, pues esta solo se puede conservar durante un tiempo limitado. Por eso siempre es un buen momento para donar, y nunca es tarde para empezar a hacerlo.
Además, donar sangre puede provocar una gran satisfacción: la de saber que con este pequeño gesto se pueden salvar varias vidas.
Coincidiendo con el día mundial del donante de sangre, aprovechamos para recordar que la sangre es el regalo más valioso que podemos ofrecer a otra persona. Solo un pequeño gesto, y estaremos regalando un poco de vida.
Autora: Pilar Rodríguez Franco, divulgadora en IBEC